Ojos del Mar
Tenía un plan. Una vida tranquila. Un deseo de caminar las calles mojadas y sentir el olor de las ramas. De diferentes tamaños y bien bien húmedas. Pisar un charco y sentir las piedras haciendo ruido Esa era toda mi vida. Escuchar la música que me hacía sentir plenamente unida a la naturaleza. La que acompañaba mis viajes en colectivo y mis llantos escondidos. En esa ventana, la que a veces reflejaba gris, a veces sol. Pero siempre mis lagos y mis pinos. A veces hacía tanto frío que escondía la nariz entre la campera y el vidrio. Si se empañaba, dibujaba un corazón. El que se sentía vivo en aquellos momentos, donde solo alcanzaba con notar esos detalles para ser feliz. En alguna parte del camino, empecé a dejar que sean mas fuertes las voces de afuera que los ruidos de la lluvia. En alguna parte, el calor que abrigaba mis días, no bastaba. Esos días, se escurrían entre mis días. Y esas voces se volvieron a todo volumen. Para dejar de escucharla...