Ojos del Mar


Tenía un plan. Una vida tranquila. 

Un deseo de caminar las calles mojadas y sentir el olor de las ramas. De diferentes tamaños  y bien bien húmedas. Pisar un charco y sentir las piedras haciendo ruido

Esa era toda mi vida.

Escuchar la música que me hacía sentir plenamente unida a la naturaleza. La que acompañaba mis viajes en colectivo y mis llantos escondidos. En esa ventana, la que a veces reflejaba gris, a veces sol. Pero siempre mis lagos y mis pinos. 

A veces hacía tanto frío que escondía la nariz entre la campera y el vidrio. Si se empañaba, dibujaba un corazón.
El que se sentía vivo en aquellos momentos, donde solo alcanzaba con notar esos detalles para ser feliz. 
 
En alguna parte del camino, empecé a dejar que sean mas fuertes las voces de afuera que los ruidos de la lluvia. 
En alguna parte, el calor que abrigaba mis días, no bastaba. 
Esos días, se escurrían entre mis días.
Y esas voces se volvieron a todo volumen.

Para dejar de escucharlas, debía subir al punto más alto disponible, dentro de las gracias por dejarme salir y las miradas raras de para donde vas. 
Suficiente tenía con las voces, como para seguir subiendo. Era mucha la energía que debía generar.
Y para ello debía retirarme al río, porque daba mucha más electricidad que el lago.

Y el río donde estaba, tan cerca que se convertía lejos.


Mi natura. Te añoré estando lejos. Pero recién ahora lo veo. Cuando me di cuenta que en ningún otro lado concebía la privacidad que lograba contigo. Y solo contigo.


Esos días se volvieron poco, y perdón por aquello. 
Aquel corazón de la ventana dejaba de ser un dibujo de niña
y disfuminaba su sentido verdadero.
Empezó a precisar más.
Mas que yo para disfrutar.
Mas que toda mi vida.
Mi familia y mis amigos.

Ahora ya no estaba buscando amores primarios como mis rocas, mis verdes, o mis peludos de patas con barro. Los que dejan souvenires por todos lados. 
De los que te encuentras en lugares menos pensados. 
En un té con amigas, en el gimnasio, en la cocina.
Quizás en tu peine del baño.

Esos pelos, que te recuerdan a tu fiel compañero, colita sonriente. Los que te acompañan a dar una vuelta a la hora que sea. Siempre tienen ganas.


Ahora era algo más lo que pedía. Ya no alcanzaba con los regalos del día a día. El olor de las tostadas ricas de mi abuela que con tácito permiso traspasaban la puerta  y hacían que no quede otra que levantarme.
Ese quesito derretido que marina a la perfección con el té con limón. Cítrico que reaviva a los muertos. 

Ya no bastaba con la risa al aire de pelear un poco con mi hermana en un lapso corto como el de la mañana. 
Ni el arte de calentar el agua hasta su perfecto punto para unos buenos mates que acompañaban. 
Ni las canciones repetidas de la radio, ni los te amo, divertite, pásala lindo. 
Ya no alcanzaba con tener la ropa limpia y perfumada, ni las zapatillas secas, ni un buen peinado. 
Ni las mejores notas, que ya empezaban a ser buenas.. y ya casi se portaban mal.
Ni la tarea bien bonita hecha, ni ese mismo regalo visual para la lectura de mis profes.

Ya todo empezaba a ser secundario, como la etapa escolar que atravesaba.


Y empezaba a creer querer más. Más si.

Ni las bandas de temporada, ni sus discos completos, ni el saber todas sus letras..

El tronco de hacerlo por mi gusto empezaba a tener una rama,
Y esa rama era la antena. La que buscaba la señal de un alguien más.

Si, de dos patas y razocinio.





———————————




Ahora me leo y vaya. 

No aposté al corazón. 

No. 

Y es verdad. 

Al principio vi lo lindo, diciendo que importaba lo de adentro. 

Patrañas.

Y así me recompensaron.
Me enseñaron.

Gracias 

....





Hoy. Cuantos años y vueltas después lo puedo ver. 
Y tan solo lo sé, por haber hablado alto desde el corazón, para que ese loco suelto me escuchara.

Que me molestaba que grite en el mismo suelo donde los dos estabamos.

Que la misma luna brillante nos alumbraba.

Que el mismo arena se nos pegaba, y que solo el agua cantaba. 


Los paralelos que se encuentran en el mismo plano...
¿Están muy cerca o laten con la misma sintonía?

Y sabía que latía. Porque yo ya latía.

 
Había aprendido que solo latiendo acerco a mi.

Y ese latido no fue en vano. 


Perro que ladra no muerde.
Puros bla bla bla. Ninguno tenía nada que perder.
Todas Las llaves eran mías. 

Que si era Ibiza, que si era la gente de Ibiza, que si era un loco que grita. Todas las escusas para el esceptico estaban disponibles. Pero ya que grita, me imagino que será porque querrá que lo escuchen.


Pero sé en el fondo que fue mi corazón.
Ese momento que estaba presenciando, de estar en el ahora, de apreciar cada detalle y quedarme pensando en ellos. Estando en una hora física del tiempo pero tras pasando de el, haciéndolo eterno. 
Despidiéndome de esa isla que tanto color me había brindado, y que solo hasta ese momento me había hecho conocer gente que con la cabeza vivía! Y lo supe porque no tenían la misma alegría que hubiesen tenido si en aquella temporada sus billeteras repletas de dinero revalsaban.


Aquella estadía me estaba enseñando tanto, que hasta el cielo mismo, en secreto me decía que estaba aprendiendo. Como cuando me daba cuenta que acababa de aprender a como resolver una incognita en una ecuación y se sentía como haber recibido un regalo.
Ese momento magistral de aprendizaje, plásmandolo en la memoria. 

Era todo perfecto. Mi corazón dulce. Dulce, feliz. Muy feliz. 




-
-
-


Era obvio que un opuesto debía aparecer. 
Já, a ver si había aprendido. 


Acepté escucharlo, y tomé su mano para tranquilizarlo. 

Irradiaba calor por arriba de una capa de protección. Y supe, que debajo de ella había más, porque era caliente. 
De pronto sostenía sus dos manos y supe que eran siempre así. Y sentí que ardía. Mas que el ser español. Supe todo su linaje para llegar hasta ahí.
Así que supe la sangre de la que provenía. 
Y sonrió.

Desde mi mano receptora atravezó una corriente haciendo que mi corazón se abra como las alas de los Ángeles. Bajó pasando por mi ombligo, hasta sentir el botón de mi clitoris presionar. La energía se devolvió tan rápido hacia arriba que mi tercer ojo se conectó a mirar su corazón y subir hasta el suyo.
Ya estábamos conectados.

No es casualidad que cuando escribo siento que todas mis partículas y células me hagan sentir levitar. Y que todo mi cuerpo se sienta movilizado.  Que mi pecho se sienta abierto. Capas que se abren voluntariamente para que se pueda ver. 
Y que pueda escribir.

Sus brazos, más no tardamos en estar naturalmente enredados, parecían dar mucho más. Para nosotros todo, y nos protegía hacia el exterior. 
Notando aquello, me doy cuenta que habían mas que nos protegían y estaban a nuestro alrededor. Porque por muchos motivos podríamos haber entrado en confusión y pelear pero el corazón estaba tranquilo, y equilibrado. Así que todo, absolutamente todo, nos protegía del desconocerse. Conociéndonos.

Danza salvaje, hm ? 

Mas lo supe cuando decidí dejar todo atrás. A mi amigo, mi dinero y cualquier cosa que podría llegar a estar en mi cabeza. 

Me acerqué con la liviandad de un diente de león y encaje en sus brazos con el perfecto control del espacio de una abeja cuando entra a su panal. 

Y  milímetros antes, que se extendieron en centímetros, sentí el calor, y la distancia que corresponde a cada uno. 
Desde esa lejanía escuché las puertas abiertas a su corazón y sus latidos.  Instrumentos tocando melodías alegres para entrar, un camino floreado y la luz del sol contorneada por un buen marrón que daba el lugar a un camino hecho y derecho. 
Con espinas, tierra, y buen relieve.


Me quieres así o no me quieres. 
Repetía el chico de vicerita y remera holgada.

Y ponía en jaque la razón. 
 
 
 
Más no el corazón. 

 
.En ese abrazo eterno recorría el camino de su voz que encendía todas las luces de mi cuerpo en señal de que viese para arriba. Luego de una boca que, con la tranquilidad del mundo entero, español hablaba,
miro mas arriba, y encuentro unos ojos apenas abiertos. Con espacio solo para mí y el brillo que de el salían. Y veo el mar, fuerte e inoscente chocando instensamente contra el paredon de rocas. Que me llevó en paz a las profundidades, y cuando el celeste cedió el turno al negro de sus ojos
 


Encontré los míos 

Comentarios

patagonica24 dijo…
Hermosa foto para una gran experiencia!
patagonica24 dijo…
Hermosa foto para una gran experiencia!

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